El Día Mundial de los Humedales se celebra cada 2 de febrero desde 1971 para conmemorar la Convención sobre los Humedales, conocida como la Convención de Ramsar (Irán), y concienciar sobre la importancia de todos ellos en la vida del planeta.
En este sentido, la Convención sobre los Humedales reconoce la interdependencia de las personas con los humedales por los importantes valores económicos, científicos, culturales y recreativos de estos. Siendo esto así, el reconocimiento de los múltiples valores de los humedales resulta vital para su uso racional y también para lograr que su papel quede adecuadamente plasmado en procesos políticos mundiales como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de Paris de 2015 sobre el Cambio Climático y el Marco de Sendai para la Reducción de Desastres. El lema escogido para este año ha sido el siguiente: “Acción a favor de los humedales para las personas y la naturaleza”.
Centrando la mirada en lo local y en lo cercano, subrayar que Euskadi cuenta con un total de 508 zonas húmedas, seis de ellas amparadas por el Convenio Ramsar: Urdaibai; Lagunas de Laguardia y Txingudi; Colas del embalse de Ullibarri-Ganboa; Salinas de Añana; Lago Arreo-Caicedo Yuso y Salburua.
Respecto al valor de los humedales y los beneficios que nos aportan, destacar que cumplen una función esencial en los procesos de regulación hidrológica; funcionando como barreras de contención cuando hay crecidas de agua, facilitando la recarga subterránea de acuíferos y actuando como mitigadores del cambio climático. Cabría añadir a ello el papel que desempeñan como sumideros de carbono. En este aspecto, incidir en la idea de que su destrucción liberaría gases de efecto de invernadero (GEI) y, en contraposición, su restauración y creación se traduciría en la retención de más carbono. También habría que añadir lo que aportan a las propiedades propias de los ecosistemas, las contribuciones materiales que de ellos extraemos (pescado, comida o agua) y las contribuciones inmateriales, es decir, aquellas que tienen una estrecha relación con la calidad de vida subjetiva o psicológica del individuo.
Otro aspecto a tener en cuenta es su adaptación al cambio climático, ya que se prevé que los cambios en el ciclo hidrológico afecten a los humedales. Ergo, se les someterá a prueba poniendo la mirada en su capacidad de hacer frente bien sea al aumento o a la disminución de las precipitaciones y a los cambios en la recarga y descarga de aguas subterráneas.
Con la mirada puesta en el presente y en el futuro de los humedales, sería un gran acierto apostar por mantener los humedales saludables, evitar su destrucción, restaurar aquellos que estén en un estado crítico y rehabilitarlos. A fin de cuentas, conservar los humedales es esencial para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).